Durante años hice lo mismo.
Tan bien, tan metódicamente, tan desde el hábito… que un día dejé de verlo.
Como cuando manejas sin pensar, haces las cosas en automático.
Total, “nada del otro mundo”, ¿cierto?
Error.
El síndrome del impostor no grita. Susurra.
Se disfraza de falsa humildad, de “𝑚𝑒 𝑓𝑎𝑙𝑡𝑎 𝑢𝑛 𝑐𝑢𝑟𝑠𝑜 𝑚𝑎́𝑠”, de “𝑛𝑜 𝑒𝑠 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑡𝑎𝑛𝑡𝑜 𝑙𝑜 𝑞𝑢𝑒 ℎ𝑎𝑔𝑜”.
Y ahí me ves: con aaaaaaños de experiencia, estudios, trabajo duro…
pero sin terminar de creerme el cuento.
💭 Algunas claves que me han servido para empezar a sacarme ese traje viejo:
✨ Hacer una lista de mis logros, aunque suene ególatra. No es para LinkedIn, es para mí.
✨ Pedir feedback real. El bueno y el incómodo. Sorprenderme con lo que otros sí ven.
✨ Hablar en voz alta de lo que sé. Compartir mi experiencia me devuelve perspectiva.
✨ Evitar compararme. No estoy en una competencia. Estoy en mi propio camino.
✨ Rodearme de personas que me reconocen… y me desafían. Las dos cosas son clave.
Créeme: el síndrome no desaparece, pero se puede silenciar.
No soy menos por dudar. Pero sí soy más cuando avanzo a pesar de eso.
Y sí, esto también tiene que ver con 𝐜𝐨́𝐦𝐨 𝐧𝐨𝐬 𝐜𝐨𝐦𝐮𝐧𝐢𝐜𝐚𝐦𝐨𝐬. Porque si no somos capaces de ponerle palabras a lo que hacemos, de mostrar nuestro impacto y ordenar nuestra historia… el síndrome del impostor se instala feliz.
Creerse el cuento no es ego. Es un acto de responsabilidad.
Sobre todo cuando lideras. Cuando otros te miran. Cuando tus palabras abren camino.
👉 ¿Cuándo fue la última vez que te revisaste el traje?
¿Te sigue quedando… o ya te aprieta (o te queda grande)?
Los leo con cariño.
hashtag#Liderazgo hashtag#ComunicaciónConSentido hashtag#CoachingEjecutivo hashtag#SíndromeDelImpostor hashtag#VisibilidadProfesional hashtag#Reinvención
